Queratocono

Queratocono

El queratocono es una enfermedad bilateral y asimétrica que resulta en el adelgazamiento progresivo y el aumento de la curvatura de la córnea

El queratocono es una enfermedad bilateral y asimétrica que resulta en el adelgazamiento progresivo y la inclinación de la córnea, lo que lleva a un astigmatismo irregular y una agudeza visual disminuida. Tradicionalmente, la condición se ha descrito como una enfermedad no inflamatoria; sin embargo, más recientemente se ha asociado con inflamación ocular. El queratocono se desarrolla normalmente en la segunda y tercera décadas de la vida y progresa hasta la cuarta década. La condición afecta a todas las etnias y ambos sexos. Se estima que las tasas de prevalencia e incidencia del queratocono están entre 0.2 y 4,790 por cada 100,000 personas y 1.5 y 25 casos por cada 100,000 personas/año, respectivamente, con tasas más altas que típicamente ocurren en personas de 20 a 30 años y de etnias de Oriente Medio y Asia.

El adelgazamiento progresivo del estroma, la ruptura de la membrana límite anterior y la posterior ectasia de la córnea central/paracentral son los hallazgos histopatológicos más comúnmente observados. Antecedentes familiares de queratocono, frotamiento de ojos, eccema, asma y alergias son factores de riesgo para desarrollar queratocono. Detectar el queratocono en sus primeras etapas sigue siendo un desafío. La topografía corneal es la herramienta de diagnóstico principal para la detección del queratocono. En casos incipientes, sin embargo, el uso de un solo parámetro para diagnosticar el queratocono es insuficiente, y además de la topografía corneal, la paquimetría corneal y los datos de aberración de orden superior se utilizan comúnmente ahora. La gravedad y la progresión del queratocono se pueden clasificar según características morfológicas y evolución de la enfermedad, signos oculares y sistemas basados en índices.

El tratamiento del queratocono varía según la gravedad y progresión de la enfermedad. Los casos leves suelen tratarse con gafas, los casos moderados con lentes de contacto, mientras que los casos graves que no se pueden manejar con lentes de contacto esclerales pueden requerir cirugía corneal. Los casos leves a moderados de queratocono progresivo también pueden tratarse quirúrgicamente, más comúnmente con la técnica de enlace corneal. Este artículo proporciona una revisión actualizada sobre la definición, epidemiología, histopatología, etiología y patogénesis, características clínicas, detección, clasificación y estrategias de manejo y tratamiento para el queratocono.

 

1. Introducción

En 2010, se publicó una revisión exhaustiva del queratocono en Contact Lens & Anterior Eye, que se convirtió en el artículo más citado de la revista hasta la fecha [1]. Este artículo revisó la definición, epidemiología, características clínicas, clasificación, histopatología, etiología y patogénesis, y estrategias de gestión y tratamiento para el queratocono. Durante la última década, se han llevado a cabo numerosos estudios epidemiológicos que han permitido obtener mejores estimaciones de la incidencia y prevalencia del queratocono. Muchos otros estudios también han contribuido a una mejor comprensión del queratocono, especialmente debido a la adopción de nuevas tecnologías para la imagen de la córnea humana. Las mejoras en la topografía corneal y la aparición de la tomografía corneal han aumentado la capacidad de los profesionales de la salud visual para diagnosticar la ectasia corneal en una etapa mucho más temprana de lo que era posible anteriormente. Estas técnicas de imagen, junto con el aumento del uso de la aberrometría de frente de onda, han permitido una mejor caracterización de los cambios ópticos, anatómicos, biomecánicos e histopatológicos asociados con el queratocono [2]. Este último, junto con los desarrollos recientes en lentes de contacto y opciones quirúrgicas para el queratocono, ha llevado a una mejora en la gestión clínica [3], [4]. El presente artículo proporciona una revisión actualizada del queratocono y amplía áreas de conocimiento adquirido recientemente. En la preparación de esta revisión, a cada autor se le asignó la tarea de preparar una o más de las diferentes secciones o subsecciones cubiertas en la revisión, aunque algunas secciones/subsecciones tuvieron contribuciones de otros autores. Adoptando una estrategia de búsqueda utilizando las palabras clave "queratocono" y "definición" o "epidemiología" o "histopatología" o "etiología" o "patogénesis" o "características" o "características clínicas" o "detección" o "clasificación" o "gestión" o "tratamiento", se recuperaron artículos de dos bases de datos de búsqueda (es decir, PubMed y Embase). También se realizaron otras búsquedas utilizando diferentes combinaciones de términos clave a discreción de los autores. Los artículos disponibles en la base de datos desde su inicio hasta entre enero y julio de 2021 se incluyeron, con la fecha de corte para la búsqueda de artículos elegida libremente por cada autor individual, aunque otros artículos se agregaron a esta revisión en una fecha posterior como parte del proceso de revisión. Se identificaron artículos pertinentes para cada sección; se revisaron resúmenes; y se leyeron en su totalidad los documentos relevantes, junto con otros documentos relevantes identificados en las listas de referencias. Cuando aparecieron varios documentos de investigación que informaban hallazgos similares durante la búsqueda de literatura, se utilizó típicamente el artículo (o los artículos) más actualizado(s) para la revisión.


 

2. Definición

La palabra keratocono proviene de las palabras griegas 'kéras', que significa córnea, y 'cōnus', que significa cono, lo que juntas significa córnea con forma de cono. Aunque la presentación, características clínicas y consecuencias refractivas del keratocono fueron descritas con bastante precisión por algunos oculistas europeos a principios del siglo XVIII y XIX, no fue hasta 1854 que John Nottingham proporcionó una comprensión completa de lo que se entiende actualmente como keratocono, lo que permitió distinguir la condición de otras ectasias corneales [[5]].

Hoy en día, el keratocono se considera una enfermedad ocular bilateral y asimétrica que resulta en un adelgazamiento progresivo y aumento de la córnea que conduce a un astigmatismo irregular y disminución de la agudeza visual [6, 7, 8]. El adelgazamiento corneal ocurre en la córnea central o paracentral, comúnmente infero-temporalmente.

Tradicionalmente, el keratocono se ha descrito como una enfermedad no inflamatoria [10, 11]; sin embargo, varios estudios han informado asociaciones con alteraciones significativas en mediadores inflamatorios [[12], 13, 14, 15, 16], indicando que los ojos keratoconos a menudo experimentan algún tipo de inflamación ocular [[12], [17], [18]]. Aunque es una condición bilateral, un ojo suele estar más afectado que el otro [19, 20, 21, 22, 23]. La condición afecta a todas las etnias y ambos sexos. Comúnmente, es una afección ocular aislada, pero a veces coexiste con otras enfermedades oculares y sistémicas [10].


 

3. Epidemiología

Determinar la prevalencia e incidencia de una enfermedad particular es fundamental, ya que puede ayudar a identificar posibles factores causales subyacentes, evaluar métodos para prevenir, monitorear y tratar la condición [[24]], y formular y evaluar políticas de atención médica [[25]]. La prevalencia de una condición se define como 'la parte (porcentaje o proporción) de una población definida afectada por un trastorno médico en un momento dado o durante un período especificado', mientras que la tasa de incidencia representa 'la frecuencia de nuevos casos de un trastorno médico en la población estudiada en riesgo de que surja el trastorno médico en un período dado' [[25]]. La prevalencia de una condición se evalúa en una muestra transversal, y la incidencia se evalúa mediante diseños de estudio longitudinales [[26]].

Estudios iniciales en los que el diagnóstico de keratocono se basaba en el movimiento de las tijeras observado durante la retinoscopía, mires queratométricos irregulares y la evaluación subjetiva de signos clínicos tenían más probabilidades de identificar keratocono avanzado. Sin embargo, el uso generalizado de la topografía corneal y, más recientemente, la tomografía corneal, junto con software incorporado para ayudar en la detección de keratocono, ha facilitado la capacidad de diagnosticar pacientes con keratocono incluso en etapas incipientes de la enfermedad, lo que finalmente ha llevado a tasas más altas de keratocono reportadas en estudios realizados en los últimos años (Tabla 1).


 

Tabla 1: Tasas de Prevalencia e Incidencia de Keratocono

Tasas de prevalencia e incidencia de keratocono informadas por cada 100,000 personas y 100,000 personas-año, respectivamente, en estudios realizados en todo el mundo. NA, no disponible; aPrevalencia informada solo para casos definitivos de keratocono; bLos asiáticos son principalmente indios; cLos asiáticos son principalmente paquistaníes; dPrevalencia recalculada según el número de sujetos en lugar del número de ojos; eValor corregido proporcionado por el autor del estudio (comunicación personal); fEstudios basados en la población con datos de salud provenientes de registros nacionales o de seguros de salud.


StudyYearLocationSample Size (Catchment Population/n° keratoconus)Population mean/median Age [range] (years)Diagnostic criteriaStudy Duration (years)Study DesignSourceIncidence [95% CI]Prevalence [95% CI]Male/Female ratio
Hofstetter [30] 1959 Indianapolis, USA 13,395/16 eyes NA [1-78] Placido-disc keratoscopy 0.03 Prospective, cross-sectional Population NA 120 (0.12%) [NA]a 0.22
Tanabe et al. [31] 1985 Japan 8,539,000/742 subjects NA [25-29] NA 21 Retrospective, cross-sectional Population NA 9 (0.009%) [NA] 2.86
Ihalainen [32] 1986 Finland 260,000/75 patients NA [15-69] Retinoscopy + keratometry 20 Retrospective Hospital/clinic 1.5 30 (0.03%) [NA] 1.68
Kennedy et al. [8] 1986 Minnesota, USA Census data/64 subjects 25 [12-76] Retinoscopy + keratometry 48 Retrospective Hospital/clinic 2.0 [NA] 54.5 (0.0545%) [NA] 1.2
Santiago et al. [33] 1995 France 670/18 subjects NA [[18]-22] Topography (power and indices) NA Prospective, cross-sectional Population (Army recruits) NA 750 (0.75%) [NA] NA
Gorskova and Sevost’ianov [34] 1998 Urals, Russia NA NA NA NA NA Hospital/clinic NA 0.2–0.4 (0.0002–0.0004%) [NA] 3
Pearson et al. [35] 2000 Midlands, United Kingdom ∼900,000/271 patients for incidence and 338 patients for prevalence NA [10-44] Diagnosis by ophthalmologist 10 Retrospective Hospital/clinic Asianb = 19.6 [7.0–31.3]
White = 4.5 [1.7–7.3]
Asianb = 229 (0.229%) [NA]
White = 57 (0.057%) [NA]
Asianb = 1.5
Whites = 1.85
Ota et al[36] 2002 Tokyo, Japan 2,456,406 /220 patients NA [15-34] NA 1 Retrospective, longitudinal Hospital/clinic 9 [NA] NA 2.31
Georgiou et al [37] 2004 United Kingdom 176,774/74 patients NA [13-36] History of progressive, irregular, myopic astigmatism, and clinical signs 6 Retrospective, longitudinal Hospital/clinic Asianc = 25
White = 3.3
NA 2.52
Assiri et al. [38] 2005 Asir, Saudi Arabia 654,163/125 patients NA [6-28] Visual acuity, family history, keratometry, retinoscopy, ophthalmoscopy, and clinical signs 1 Prospective Hospital/clinic 20 [NA] NA 0.69
Jonas et al [39] 2009 Maharashtra, India 4,677/128 subjects Entire sample: 49.5 ± 13.4 [30 to 100] Keratometry > 48D NA Prospective, cross-sectional Population NA 2737 (2.737%) [10.3–36.7]d 0.29
Ljubic [40] 2009 Skope, Macedonia 2 million/136e subjects Entire sample: NA
Keratoconus cohort: 26.81 ± 1.25 [NA]
Keratometry ≥ 48D 8 Retrospective, longitudinal Hospital/clinic NA 6.8 (0.0068%) [NA] 1.13
Reeves et al. [41] 2009 USA 5% Medicare beneficiaries ≥ 65 years/1165 ≥ 65 NA 5 Longitudinal, retrospective, cross-sectional Population NA 17.5 (0.0175%) [NA] No difference
Millodot et al. [42] 2011 Jerusalem, Israel 981/23 subjects Entire sample: 24.4 ± 5.7 [[18]-54]
Keratoconus cohort: NA
Topography (power, pattern, and indices) 1.33 Prospective, cross-sectional Population (college students) NA 2340 (2.340%) [1400–3300] 2.28
Waked et al. [43] 2012 Beirut, Lebanon 92/3 Entire sample: 23.6 ± 1 [22-26] Questionnaire + Topography 0.33 Prospective, cross-sectional Hospital/clinic (medical students) NA 3261 (3.261%) [NA] 1.43
Xu et al. [44] 2012 Beijing, China 3468/27 Entire sample: 64.6 ± 9.8 [50-92]
Keratoconus cohort: 64.2 ± 11.3
Optical low-coherence reflectometry ≥ 48D NA Prospective, cross-sectional Population (subjects ≥ 50 years) NA 900 (0.9%) [600–1200] 0.17
Ziaei et al [45] 2012 Yazd, Iran 990,818/536 subjects Entire sample: NA
Keratoconus group: 25.7 ± 9
Topography (pattern and indices) + clinical examination 1 Prospective Population 22.3 [19.5–25.4] NA 1.11
Hashemi et al. [46] 2013 Shahroud, Iran 4592/35 Entire sample: 50.83 ± 0.12 [40-64]
Keratoconus cohort: 47.6 ± 4.7 [NA]
Topography (Holladay criteria) NA Prospective, cross-sectional Population NA 760 (0.76%) [510–1010] 0.58
Hashemi et al. [47] 2013 Teheran, Iran 426/14 Entire sample: 40.8 ± 17.1 [14-80]
Keratoconus cohort: 53.6 ± 14.9 [22-74]
Topography + thinnest corneal point NA Prospective, cross-sectional Population NA 3300 (3.3%) [1000–5500] 0.75
Hashemi et al. [48] 2014 Mashhad, Iran 1027/26 Entire sample: 26.1 ± 2.3 [[20]-34]
Keratoconus cohort: NA
Topography + thinnest corneal point NA Prospective, cross-sectional Population (university students) NA 2500 (2.5%) [1600–3500] 0.86
Shneor et al. [49] 2014 Haifa, Israel 314/10 Entire sample: 25.1 ± 8.8 [[18]-60]
Keratoconus cohort: 25.1 ± 8.8 [19]-28]
Topography (power and indices) + clinical examination 0.42 Prospective, cross-sectional Population (university students) NA 3180 (3.18%) [1200–5100] 0.25
Valdez-García et al. [50] 2014 Monterrey, Mexico 500/9 subjects Entire sample:
NA [10-20]
Keratoconus cohort: 16.1 [NA]
NA NA Retrospective, cross-sectional Hospital/clinic NA 1800 (1.8%) [0–30] 0.33
Shehadeh et al. [51] 2015 Nablus, Palestine 620/9 Entire sample: 20.1 ± 1.6 [17-27]
Keratoconus cohort: NA
Topography indices NA Prospective, cross-sectional Population (university students) NA 1500 (1.5%) [NA] Higher in females
Godefrooij et alf [52] 2017 The Netherlands 1,635,517/218 for incidence
4,357,044/NA for prevalence
Entire sample: NA [10-40]
Keratoconus cohort: NA
Diagnosis by ophthalmologist 1 Retrospective, longitudinal Population 13.3 [11.6–15.2] 265 (0.265%) [256-266] 1.54
Hwang et alf [28] 2018 South Korea 47,990,761/17,931 for prevalence
47,986,173/13,343 for incidence
Entire sample: NA
Keratoconus cohort (prevalence):
31.2 ± 14.2[0->85] Keratoconus cohort (incidence):
31.9 ± 15.1 [0->85]
Diagnosis by ophthalmologist 6 for prevalence
5 for incidence
Retrospective, longitudinal Population 5.66 [5.47–5.66] 37.36 (0.03736%) [36.82–37.91] 1.00
Torres Netto et al. [53] 2018 Riyadh, Saudi Arabia 522/25 patients Entire sample: 16.8 ± 4.2 [6-21]
Keratoconus cohort: NA
Topography (power and indices) + subjective screening criteria NA Prospective, cross-sectional Hospital/clinic (paediatric patients) NA 4790 (4.79%) [2920–6620] NA
Bak-Nielsen et al.f [54] 2019 Denmark 28,020,821/1008 subjects for incidence
5,707,251/2846 subjects for prevalence
NA NA 5 for incidence
38 for prevalence
Retrospective, longitudinal Population 3.6 [NA] 44 (0.044%) [NA] NA
Papali’i-Curtin et al. [55] 2019 Wellington, New Zealand 1,916/10 subjects Entire sample: 14.6 [NA]
Keratoconus cohort: 14.9 [12.7– 16.1]
Topography (power, pattern and indices) NA Prospective, cross-sectional Population (high school students) NA Entire cohort: 520 (0.52%) [NA]
Maori islanders: 2250 (2.25%) [NA]
2.33
Armstrong et al. 2020 [56] 2020 Abu Dhabi, United Arab Emirates 339/9 subjects Entire sample: NA [10-[19]]
Keratoconus cohort: NA
Topography indices + clinical examination 0.25 Prospective, cross-sectional Population (secondary school students) NA 1500 (1.5%) [700–2900] NA
Özalp et al. [57] 2021 Eskişehir, Turkey 585/14 subjects Entire sample: 21.6 ± 2.6 [≥18 to ≤ 30]
Keratoconus cohort: NA
Topography (power and indices) + pachymetry NA Prospective, cross-sectional Population (university students and faculty members) NA 2393 (2.393%) [1426–4015] Higher in males
 

 

Estudios epidemiológicos indican una variación global sustancial, ya que las tasas de prevalencia e incidencia de queratocono se han estimado entre 0.2 y 4,790 por cada 100,000 personas y entre 1.5 y 25 por cada 100,000 personas/año, respectivamente (Tabla 1; Fig. 1, Fig. 2), siendo las tasas de prevalencia e incidencia más altas típicamente en personas de 20 a 30 años [27, 28, 29]. Las diferencias entre estudios se han atribuido a variaciones en la ubicación geográfica y etnia, la definición de queratocono y los criterios de diagnóstico, el diseño del estudio, y la edad y cohorte de los sujetos evaluados (Tabla 1 Fig. 1, Fig. 2). Además, las comparaciones justas entre estudios de queratocono son difíciles de realizar debido a las diferencias en los criterios utilizados para definir los numeradores y denominadores empleados para calcular las tasas de incidencia y prevalencia [[25]].

 

Fig. 1 Tasas de prevalencia informadas (por cada 100,000 personas) de queratocono alrededor del mundo. En países donde se han llevado a cabo varios estudios epidemiológicos, se informan los resultados del estudio con el tamaño de muestra más grande y aquellos que representan al grupo étnico más predominante.


 

Fig. 2 Tasas de incidencia informadas (por cada 100,000 personas/año) de queratocono alrededor del mundo. En países donde se han llevado a cabo varios estudios epidemiológicos, se informan los resultados del estudio con el tamaño de muestra más grande y aquellos que representan al grupo étnico más predominante.


En estudios basados en hospitales/clinicas, se ha informado una alta prevalencia de queratocono en el Medio Oriente, con tasas de hasta 4,790 por cada 100,000 en adolescentes de Arabia Saudita [[53], en comparación con 0.2 a 0.4 por cada 100,000 en Rusia [[34] ] (Tabla 1 y Fig. 1). Las tasas de incidencia de queratocono en estudios hospitalarios/clinicos se han informado tan bajas como 1.5 por cada 100,000 personas/año en Finlandia [[32] ] y superiores a 20 por cada 100,000 personas/año en poblaciones de Asia y el Medio Oriente [35 , 37, 38] (Tabla 1 y Fig. 2). Sin embargo, los datos epidemiológicos basados en hospitales/clinicas deben interpretarse con precaución, ya que la verdadera prevalencia de queratocono en la población general puede estar subestimada. Los pacientes con queratocono que acuden a un hospital/clinica son probablemente aquellos que tienen síntomas y acceso a atención médica, por lo que las formas tempranas de la enfermedad podrían no detectarse. Además, estos estudios no tienen en cuenta la cantidad de pacientes tratados fuera del hospital/clinica(s) donde se realiza el estudio [[29] ]. Por lo tanto, los estudios epidemiológicos basados en la población proporcionan una estimación más representativa de la verdadera prevalencia e incidencia de queratocono en la población general. En estudios basados en la población, se ha informado que la prevalencia de queratocono es tan baja como 4 en Dinamarca [[54] ] y hasta 22 por cada 100,000 personas en el Medio Oriente [[45] ] (Tabla 1 Fig. 1), y la incidencia de queratocono se ha informado tan baja como 3.6 en Dinamarca [[54] ], hasta 22.3 por cada 100,000 personas/año en Irán [[45] ] (Tabla 1 y Fig. 2).

La prevalencia e incidencia del queratocono varía en cuanto a etnia y ubicación geográfica (Tabla 1 Fig. 1, Fig. 2). Estudios de poblaciones predominantemente caucásicas informan tasas de prevalencia por debajo de 1,000 por cada 100,000 personas, mientras que estudios realizados en poblaciones asiáticas y del Medio Oriente informan tasas de prevalencia entre 1,500 y 5,000 por cada 100,000 personas. De manera similar, la incidencia de queratocono en caucásicos parece estar alrededor de 2 a 4 por cada 100,000 personas/año, en comparación con alrededor de 20 por cada 100,000 personas/año en Asia y el Medio Oriente. Dos estudios realizados en el Reino Unido encontraron una prevalencia e incidencia significativamente más alta de queratocono en asiáticos (principalmente indios y pakistaníes) en comparación con caucásicos [35 , 37], lo que podría indicar que tales diferencias están relacionadas con la etnia en lugar de la ubicación geográfica. De manera similar, un estudio más reciente en estudiantes de secundaria en Nueva Zelanda encontró una prevalencia significativamente más alta de queratocono en isleños maoríes en comparación con una cohorte predominantemente caucásica [[[55]] ].

Aunque algunos estudios han informado tasas más altas de queratocono en hombres, muchos estudios han encontrado lo contrario (o ninguna diferencia significativa), lo que probablemente indica que el queratocono afecta a ambos sexos de manera similar (Tabla 1).


 

4. Histopatología

Se ha informado que todas las capas corneales experimentan cambios histopatológicos en el queratocono, que son mucho más pronunciados en la córnea central en comparación con la periférica; sin embargo, en las formas tempranas de la enfermedad, solo parece comprometerse la córnea anterior [4 , [17] , 58 , 59 ]. Existe cierta controversia sobre si el endotelio se ve afectado en el queratocono, ya que muchos pacientes con queratocono utilizan diferentes tipos de lentes de contacto, incluidas lentes corneales rígidas, lentes corneoesclerales y esclerales, lentes blandas e híbridas (es decir, lentes corneales rígidas con un borde suave periférico) y sistemas piggyback (es decir, lentes corneales rígidas colocadas sobre una lente de contacto suave), que pueden alterar la morfología endotelial, y el endotelio puede ser difícil de visualizar a medida que progresa la enfermedad [4 , 10 , 60 ].

Los cambios histopatológicos se encuentran principalmente en el epitelio corneal, la lámina límite anterior (capa de Bowman) y el estroma, mientras que la lámina límite posterior (membrana de Descemet) parece afectarse con mucha menos frecuencia. Aunque se cree que el adelgazamiento del epitelio corneal alrededor de la región del cono apical es el cambio histopatológico más común asociado con el queratocono [61 , 62 , 63 ], algunos estudios han informado de ninguna alteración significativa [[64] ] o un aumento en el grosor epitelial [6559]. Además, un estudio informó que el adelgazamiento del epitelio estaba negativamente correlacionado con la gravedad de la enfermedad [[66] ], mientras que otro estudio encontró que el engrosamiento del epitelio estaba asociado con roturas en la lámina límite anterior [[62] ]. En el queratocono, se ha propuesto que el adelgazamiento del epitelio podría ocurrir debido a la apoptosis como resultado de una lesión epitelial crónica posterior a factores de riesgo ambientales, que a su vez liberan citocinas apoptóticas (consulte la Sección 5). Es interesante destacar que la ubicación más delgada de la córnea en ojos con queratocono no se superpone con la ubicación de las curvaturas axial y tangencial máximas o las ubicaciones máximas de elevación frontal y posterior, aunque todos estos puntos suelen ubicarse en la córnea inferior temporal. Esto indica que en el queratocono, el punto de máxima curvatura corneal se desplaza en relación con la ubicación más delgada de la córnea [[9] ].

El epitelio pierde su uniformidad celular y se ve comprometido por la pérdida o daño de la lámina límite anterior [58], con cambios epiteliales más pronunciados a medida que aumenta la gravedad de la enfermedad [[67] ]. El epitelio puede mostrar degeneración de las células basales, con agrandamiento y disposición irregular [66 , 68 , 69 ], y una disminución en la densidad de células basales en comparación con córneas normales [[70] ], lo que se correlaciona con la gravedad de la enfermedad [[71] ]. Utilizando la microscopía confocal, se ha informado que en casos graves, el epitelio muestra células superficiales, que son alargadas y en forma de huso, núcleos celulares de células alares más grandes e irregulares, y células basales aplanadas [[67] ]. Se han informado roturas en el epitelio corneal, acompañadas por un crecimiento de las células basales en la lámina límite anterior y una acumulación de partículas de ferritina dentro y entre las células epiteliales (más prominentemente en la capa basal), en el queratocono [10 , 67, 72 ]. Los depósitos superficiales de hierro y las cicatrices son otros cambios menos frecuentes observados en el epitelio corneal que afectan típicamente a uno de cada cinco ojos con queratocono [62, 63 ]. A veces se observa un mayor grado de visibilidad de los nervios corneales en el plexo nervioso corneal subbasal, ubicado entre el epitelio basal y la lámina límite anterior, como resultado del adelgazamiento corneal en pacientes con diferentes grados de gravedad del queratocono [6 , 60 ]. Los ojos con queratocono tienen una disminución de la inervación corneal, la sensación y la densidad epitelial basal y subbasal en comparación con los ojos normales [73 , 74 , 75 ], con la densidad central de los nervios subbasales correlacionando con la gravedad de la enfermedad [[71] ].

También se ha informado de un engrosamiento localizado de los nervios dentro del epitelio [[76] ]. Un estudio realizado en un pequeño número de ojos utilizando microscopía confocal in vivo informó que las córneas queratoconicas exhiben una arquitectura nerviosa subbasal anormal en comparación con córneas normales [[73] ]. Además, en el ápice del cono, se observó una red tortuosa de haces de fibras nerviosas, muchos de los cuales formaron bucles cerrados; y en la base topográfica del cono, los haces de fibras nerviosas siguieron el contorno de la base del cono, con muchos de los haces corriendo concéntricamente en esta región [[73] ]. Las roturas en la lámina límite anterior son uno de los signos histopatológicos más comunes observados en el queratocono, afectando típicamente a más de siete de cada diez ojos con queratocono [61, 62 ]. Las roturas suelen mostrar interrupciones en forma de Z debido a la separación de los haces de colágeno, que se llenan con tejido colágeno proliferativo derivado del estroma anterior y nódulos positivos de ácido periódico de Schiff [60 , 72 ]. A pesar de ser acelular, se han observado componentes celulares en la lámina límite anterior [62 , 77 ], incluyendo células epiteliales y queratocitos estromales [67 ], y se ha informado que los núcleos de los queratocitos anteriores se envuelven alrededor de los nervios corneales al pasar a través de esta capa [[76] ]. Se cree que los núcleos de queratocitos hiperreflectantes observados en el queratocono indican la presencia de células fibroblásticas [[67] ].

La arquitectura bien organizada del estroma corneal, responsable de la transparencia de la córnea, se ve comprometida en el queratocono [[4] ]. Se ha informado que la córnea queratocona muestra una reducción en el número de láminas, especialmente en regiones asociadas con el desarrollo del cono sin roturas en la lámina límite anterior o cicatrices [[78] ]. El ancho y el ángulo relativo a la lámina límite anterior de las láminas de colágeno se ha informado que son significativamente mayores y menores, respectivamente, en comparación con las de la córnea normal [[79] ]. Además, se ha propuesto que las láminas de colágeno se expanden en asociación con la protrusión del cono [[79] ]. Ocurre una reorganización importante de las láminas de colágeno vertical y horizontal en el queratocono [[80] ]. Se ha informado de una disminución en la distancia interfibrilar de las láminas de colágeno y un aumento de los proteoglicanos [[81] ]. La ectasia y el adelgazamiento en el queratocono están asociados con la división laminar en múltiples haces de fibrillas de colágeno y la pérdida de láminas anteriores. Estos cambios estructurales, posiblemente además del desplazamiento lateral de las láminas debido al gradiente de presión sobre la córnea, proporcionan una explicación potencial para la pérdida central de masa que conduce finalmente a un grosor estromal reducido [[82] ]. Bandas alternas oscuras y claras, que se encuentran con mayor frecuencia en el estroma posterior, se han observado en pacientes con queratocono utilizando microscopía confocal [[83] ]. Estas bandas, que se cree que representan láminas de colágeno bajo estrés, coinciden con la apariencia de las estrías de Vogt en el examen con lámpara de hendidura. Las roturas y deformidades en la lámina límite posterior se ha informado que ocurren en aproximadamente uno de cada cinco ojos con queratocono, afectando típicamente a casos más graves [62 , 63 ]. La rotura en la lámina límite posterior, permitiendo que el líquido acuoso entre en el estroma y el epitelio corneal, es una complicación grave, conocida como hidrops corneal, [84 , 85 ] que puede requerir tratamiento quirúrgico [86 , 87 ].

Aunque generalmente se cree que el endotelio corneal no se ve afectado en el queratocono, este tema es controvertido [[4] ]. Mientras que varios estudios no encontraron cambios endoteliales con la progresión de la enfermedad [70 , 88 , 89 , 90 ], un estudio informó de un ligero aumento en la densidad de células endoteliales en el queratocono [[14] ], mientras que otros dos informaron de una disminución significativa en la densidad de células endoteliales, especialmente en el queratocono moderado a grave [63 , 65 , 68 ].


 

5. Etiología y Patogénesis

La comprensión del mecanismo detrás del desarrollo del queratocono sigue siendo limitada. No existen modelos animales bien establecidos para la enfermedad; se han desarrollado modelos en ratones, pero los genomas de ratón y humano no están organizados de manera similar [76]. Por lo tanto, la investigación se ha centrado principalmente en observaciones clínicas y muestras de córnea de donantes (extraídas durante una operación de trasplante de córnea) y, por lo tanto, generalmente provienen de casos más graves [76]. Obtener córneas saludables emparejadas demográficamente para comparación también es difícil y las muestras se degradan rápidamente después de la extracción [76]. El queratocono progresa como una combinación de procesos destructivos y de curación que ocurren simultáneamente [76].

 

5.1 Genética

El queratocono ha sido considerado durante mucho tiempo como una condición con un componente genético, dada su asociación con otros síndromes genéticos (como el síndrome de Down [91], la amaurosis congénita de Leber [92, 93], el síndrome de Ehlers-Danlos [94] y el síndrome de Noonan [95]), su prevalencia en familiares de primer grado [96, 97, 98, 99] y su ocurrencia en gemelos monocigóticos [100, 101]. Se estima que un familiar de una persona con queratocono tiene entre 15 y 67 veces más riesgo de desarrollar queratocono que una persona sin antecedentes familiares de queratocono [102]. El queratocono sigue un aparente modo de herencia autosómico dominante/recesivo en algunas familias [103, 104]. Sin embargo, los casos esporádicos no muestran patrones de herencia mendelianos [105], pero la topografía corneal asistida por computadora en padres de pacientes con queratocono detecta la enfermedad en más miembros de la familia de lo diagnosticado anteriormente, lo que afecta el análisis familiar [99, 106, 107].

Se ha sugerido que los loci en el 73% (16 de 22) de los cromosomas autosómicos humanos están involucrados en el queratocono y el 59% de estos podrían considerarse mostrar asociaciones estadísticamente significativas [[108]]. Hasta la fecha, solo un locus de queratocono (5q21.2) se ha replicado en múltiples estudios de enlace [103, 109], lo que sugiere que podría ser una enfermedad poligénica (se requieren dos o más genes afectados para desarrollar queratocono). Estudios detallados de los genes candidatos clave (VSX1 y SOD1) y otros [[110]] han sido inconclusos, lo que lleva a la hipótesis de que se requieren mutaciones, en presencia de otras variantes genéticas (llamadas genes modificadores), para provocar rasgos queratoconos [[109]]. Esto respalda la idea de que el queratocono es una enfermedad multifactorial [[111]] y que múltiples factores genéticos, junto con otros factores, influyen en el desarrollo de los rasgos queratoconos. Incluso el queratocono podría ser un conjunto de enfermedades que tienen manifestaciones relativamente similares [[96]].


 

 

5.2 Bioquímica celular

 

Hasta la fecha, se han implicado 117 proteínas y clases de proteínas en la fisiopatología del queratocono [[3]]. La expresión diferencial de varias proteínas corneales produce cambios en la integridad estructural y morfología de la córnea queratoconica, alterando su contenido de colágeno y la apoptosis y necrosis de los queratocitos en el estroma [112, 113]. Marcadores de estrés oxidativo y antioxidantes están desregulados en el queratocono, involucrando un desequilibrio de la homeostasis redox en lágrimas, córnea, humor acuoso y sangre [[114]]. El queratocono se asocia con un aumento general de los marcadores de estrés oxidativo, especialmente en especies reactivas de oxígeno y nitrógeno, así como malondialdehído. También se asocia con una disminución general de antioxidantes, incluida una disminución significativa en la capacidad/estado antioxidante total, aldehído/desidrogenasa NADPH, lactoferrina/transferrina/albumina y selenio/cinc. Los marcadores de estrés oxidativo son más altos en lágrimas y en la córnea queratoconica que en el humor acuoso, y los antioxidantes disminuyeron en lágrimas, humor acuoso y sangre. Los marcadores de estrés oxidativo aumentaron en células estromales y los antioxidantes disminuyeron en el endotelio [[114]]. La enfermedad se asocia con una regulación al alza de enzimas degradativas e inhibición de la actividad de inhibidores de proteasas [[115]], lo que resulta en adelgazamiento corneal [[112]]. El aumento de la actividad de las proteinasas resulta en la inducción de un proceso degradativo en la córnea [115, 116, 117].

En la córnea queratoconica, hay un gradiente de daño entre el centro del cono (que muestra el mayor nivel de daño) y la periferia [[76]]. A nivel celular, se ha observado la penetración de finos procesos de queratocitos en la membrana límite anterior en regiones localizadas, generalmente en asociación con la indentación localizada del epitelio basal, a menudo donde los nervios penetran entre el estroma y el epitelio. Se ha medido un aumento en los niveles de enzimas lisosomales (Catepsina B y G) en estos queratocitos estromales en las regiones alteradas, que se ha hipotetizado como la fuerza impulsora del daño estructural en la membrana límite anterior y el estroma subyacente [[77]]. Las tensiones físicas debidas a la presión intraocular y el frotamiento de ojos probablemente exacerbien esta degradación. Las células de Schwann asociadas a nervios expresan niveles más altos de Catepsina B y G en córneas queratoconicas y se sabe que estas enzimas son activas en otros tejidos neurales afectados por enfermedades [[77]].


 

 

5.3 Factores biomecánicos

 

La degeneración de los proteoglicanos alrededor de los fibrilos colágenos estromales en córneas queratoconicas conduce a la ruptura y degeneración de los microfibrilos dentro de los fibrilos colágenos [[118]]. Estos cambios resultan en una reducción del diámetro de los fibrilos colágenos, y el menor número y diferente distribución de las láminas, compuestas por estos fibrilos degenerados, son biomecánicamente débiles y propensas a la desorganización y undulación [80, 118, 119]; por lo tanto, estos cambios eventualmente resultan en la alteración de la curvatura de la córnea, llevando finalmente a la formación de un cono. Se ha demostrado que los polimorfismos de las enzimas antioxidantes (catalasa y glutatión peroxidasa) actúan como predictores independientes de la gravedad del queratocono, quizás debido al insulto mecánico a la córnea, resaltando el papel del estrés oxidativo en la patogénesis de la enfermedad [[120]]. Las córneas queratoconicas tienen niveles reducidos de aldehído deshidrogenasa Clase 3 [[121]] y enzimas superóxido dismutasa [[122]]. Ambas enzimas desempeñan roles importantes en los procesos de oxígeno reactivo de diferentes especies. La acumulación de oxígeno reactivo causa la deposición citotóxica de malondialdehído y peroxinitritos, lo que podría dañar potencialmente el tejido corneal [114, 123, 124, 125].

La rigidez de la matriz, que regula la fisiología de las células en tejidos de todo el cuerpo y desempeña un papel importante en el mantenimiento de su homeostasis, se ve alterada en el queratocono. Además, se ha informado que regula la división celular, la proliferación, la migración, la captación extracelular y varios otros procesos fisiológicos. Existe una conexión entre la endocitosis y la rigidez de la matriz en el queratocono, lo que puede explicar la relación entre los factores mecánicos y bioquímicos [[126]].

Aunque el uso de lentes de contacto rígidas también se ha asociado con el desarrollo del queratocono [[127]], quizás como resultado de la alteración de la morfología celular después de usar lentes [[128]], parece improbable que el uso de lentes de contacto pueda desencadenar el desarrollo del queratocono.


 

 

5.4 Factores de riesgo

 

Varios factores ambientales y familiares están asociados con un mayor riesgo de desarrollar queratocono (Tabla 2). La alergia y la atopia han sido asociadas durante mucho tiempo con el queratocono, con la mayoría de los estudios mostrando una asociación positiva y una prevalencia reportada del 11 al 30% [[129]]. Otro factor de riesgo fuertemente asociado en la patogénesis del queratocono es frotarse los ojos [[130]]. Un mediador común para estos principales factores de riesgo es la Inmunoglobulina E, que se ha identificado elevada, incluso en algunos pacientes con queratocono sin síntomas ni signos inflamatorios [[129]]. En pacientes con queratocono, la incidencia de niveles elevados de Inmunoglobulina E sérica total estuvo entre el 52% y el 59% para niveles elevados de Inmunoglobulina E específica sérica [[131]]. Una revisión sistemática y metaanálisis recientes, en los que se recuperaron 3996 artículos, de los cuales 29 fueron analizados incluyendo 7,158,241 participantes de 15 países, identificaron que las odds ratios (OR) de tener queratocono eran 3.09 veces (IC del 95%: 2.17–4.00) para aquellos que informaron frotarse los ojos, 1.42 veces (IC del 95%: 1.06–1.79) para aquellos con alergias, 1.94 veces (IC del 95%: 1.30–2.58) para aquellos con asma y 2.95 veces para aquellos con eczema (IC del 95%: 1.30–4.59); sin embargo, la odds ratio para aquellos con antecedentes familiares de queratocono fue de 6.42 (IC del 95%: 2.59–10.24), mostrando la influencia significativa de la genética [[130]]. Otro estudio reciente informó que frotarse los ojos (odds ratio: 4.93), antecedentes familiares de queratocono (odds ratio: 25.52) y consanguinidad parental (odds ratio: 2.89) eran factores de riesgo significativos para el queratocono [[98]], mientras que otro estudio también informó que frotarse los ojos (odds ratio: 3.53) y el matrimonio consanguíneo (odds ratio: 12.87) eran factores de riesgo independientes para el queratocono [57]. Otro estudio reciente, que involucró un análisis de 2,051 casos de queratocono y 12,306 controles emparejados, identificó nuevas asociaciones entre el queratocono y la tiroiditis de Hashimoto (OR = 2.89; IC del 95%: 1.41 a 5.94) y condiciones inflamatorias de la piel (OR = 2.20; IC del 95%: 1.37 a 3.53), y confirmó asociaciones conocidas entre el queratocono y condiciones atópicas, incluyendo erupción alérgica (OR = 3.00; IC del 95%: 1.03 a 8.79), asma e hiperreactividad bronquial (OR = 2.51; IC del 95%: 1.63 a 3.84), y rinitis alérgica (OR = 2.20; IC del 95%: 1.39 a 3.49) [[132]]. Estos últimos resultados indican que el queratocono parece estar positivamente asociado con múltiples enfermedades mediadas por el sistema inmunológico, lo que sugiere que las respuestas inflamatorias sistémicas pueden influir en su inicio.


 

Tabla 2 Factores medioambientales y familiarers de riesgo frente al queratocono ,.

 

Factores de Riesgo Relativos para el Queratocono

 

FactorRelative Risk
Family history of keratoconus 6.4
Eye rubbing 3.1
Eczema 3.0
Asthma 1.9
Allergy 1.4

 


 

6 Características clínicas

 

El queratocono suele desarrollarse en la segunda y tercera década de la vida y progresa hasta la cuarta década, cuando se estabiliza [27, 28, 29], aunque puede desarrollarse antes [50, 53, 55, 56] o más tarde en la vida [39, 44, 46, 47] (Tabla 3). La condición afecta típicamente a ambos ojos, aunque con diferentes grados de gravedad, y presenta signos y síntomas bien establecidos, aunque no hay un consenso claro con respecto a los signos y síntomas asociados con el queratocono temprano (Tabla 3) [1, 10, 133]. Las etapas iniciales de la enfermedad se denominan comúnmente queratocono subclínico o form-fruste, aunque hay una falta de criterios unificados en el uso de estos dos términos [[134]]. El queratocono subclínico se refiere típicamente a un ojo con signos topográficos de queratocono (o hallazgos topográficos sospechosos) con hallazgos normales en la lámpara de hendidura corneal y queratocono en el otro ojo [[134]]. El form-fruste queratocono generalmente se refiere a un ojo con topografía normal, hallazgos normales en la lámpara de hendidura corneal y queratocono en el otro ojo [[134]]. Recientemente se informó que los ojos con form-fruste queratocono tienen una mayor proporción de grosor epitelial a estromal central y un adelgazamiento epitelial asimétrico en la región superior-nasal, mientras que las alteraciones queratométricas y volumétricas corneales son más prominentes en el queratocono subclínico [[135]]. Las características de los ojos con queratocono subclínico también incluyen un desplazamiento asimétrico del ápice corneal anterior y posterior, adelgazamiento corneal y pérdida de volumen corneal [[136]].


 

 

Tabla 3: Signos y síntomas basados en la gravedad del queratocono. Cabe destacar que la evolución de los signos y síntomas del queratocono, así como su asociación con la gravedad de la enfermedad, son altamente variables. AV, agudeza visual; AVCC, agudeza visual corregida mejor; D, dioptrías.

 

EtapaSignosSíntomas
1 – Subclínico Topografía sospechosa; hallazgos normales en la lámpara de hendidura; y aproximadamente AV de 6/6 alcanzable con corrección de anteojos. Ninguno o ligero borramiento de la visión
2 – Temprano 'Reflejo de tijera'; reflejo de gota de aceite de Charlouex; ligero acentuamiento y adelgazamiento corneal localizado; aumento de las diferencias queratométricas entre la córnea inferior y superior; incremento de aberraciones corneales (particularmente aberraciones tipo coma); cambios leves en el error refractivo; y reducción de AVCC con anteojos. Borramiento leve o visión ligeramente distorsionada
3 – Moderado Aquellos de la etapa 2 (normalmente de mayor gravedad) más: adelgazamiento significativo de la córnea; estrías de Vogt; anillo de Fleischer; AVCC < 6/6, pero aproximadamente AVCC de 6/6 con lentes de contacto; cambios refractivos aumentados; mayor visibilidad de los nervios corneales; cicatrices corneales y opacidades normalmente ausentes. Borramiento moderado y visión distorsionada
4 – Severo Aquellos de la etapa 3 (normalmente de mayor gravedad) más: adelgazamiento y acentuamiento corneal severo (>55D); cicatrices corneales; AV < 6/7.5 con corrección de lentes de contacto; signo de Rizzuti; signo de Munson; opacidades corneales; y hidropesía corneal; Borramiento severo y visión distorsionada, y poliopía monocular (típicamente reportada como imágenes 'fantasma')

 


Detectar las primeras etapas del queratocono sigue siendo un desafío, aunque es particularmente importante, ya que puede conducir a un mejor manejo y pronóstico a largo plazo. En sus etapas iniciales, los síntomas del queratocono pueden imitar los síntomas de errores refractivos simples, y si se logra una agudeza visual corregida de 6/6 (es decir, 20/20) sin signos clínicos evidentes de queratocono, la detección de la enfermedad es improbable a menos que se realice una imagen corneal. Se debe prestar especial atención a los resultados del mapa de curvatura axial del topógrafo corneal para representar cualquier patrón típicamente asociado con el queratocono [[135]]. A medida que progresa el queratocono, los síntomas pueden incluir borramiento leve o visión ligeramente distorsionada junto con una reducción en la mejor agudeza visual corregida con gafas. Otros signos comunes que preceden a la ectasia incluyen un ligero acentuamiento corneal localizado, un aumento en la diferencia entre la curvatura corneal inferior y superior, y un aumento en las aberraciones corneales anteriores, especialmente aberraciones tipo coma [2, 135]. El adelgazamiento corneal suele ocurrir en la córnea central o paracentral, a menudo en el cuadrante corneal inferior-temporal [[9]], aunque ocasionalmente se han informado localizaciones superiores [48, 137, 138, 139]. Los conos con forma de pezón y ovalados ubicados en la córnea central o paracentral son los más comunes, mientras que los conos con forma de globo y ubicados en la periferia son raros [[140]].

 

Varios signos clínicos están asociados con el queratocono. Durante la evaluación con retinoscopio, se observa el "reflejo de tijera". El reflejo de gota de aceite de Charlouex también se ve comúnmente en el queratocono temprano utilizando la retroiluminación con pupila dilatada, lo que produce una sombra oscura y redonda en la mitad periférica de la córnea [[141]]. A medida que aumenta la gravedad de la enfermedad, se pueden observar el anillo de Fleischer y las estrías de Vogt (Tabla 3). Se cree que el anillo de Fleischer es una deposición subepitelial de hemosiderina de óxido de hierro dentro de la membrana límite posterior que se manifiesta como pigmentación amarillo-marrón a verde oliva en forma de arco o anillo alrededor de la base del cono [[142]]. Las estrías de Vogt pueden observarse como líneas finas y relativamente gruesas, verticales, de estrés dentro del estroma posterior y la membrana límite posterior debido a la elongación y adelgazamiento de la córnea, que desaparecen al ejercer una presión suave sobre el globo ocular, aunque también pueden tener un aspecto de abanico alrededor de la base del cono. Ocasionalmente, las estrías pueden observarse sin el uso de una lámpara de hendidura. El anillo de Fleischer y las estrías de Vogt se observan en uno o ambos ojos en un 86% y un 65%, respectivamente, de los pacientes con queratocono [143, 144], y se ha propuesto que la presencia de estos dos signos puede confirmar el diagnóstico en casos limítrofes [[145]].

Las opacidades corneales superficiales y profundas y el aumento de la visibilidad de los nervios corneales también se observan comúnmente en el queratocono [[6]]. Aunque estos signos pueden manifestarse en cualquier momento durante el desarrollo y progresión de la enfermedad, cuanto más avanzada sea la enfermedad, mayor será la probabilidad de que se presenten las estrías de Vogt, el anillo de Fleischer y/o las cicatrices corneales [[7]].

Las cicatrices corneales epiteliales o subepiteliales también son un signo característico del queratocono (Fig. 3) y se observan con mayor frecuencia en pacientes con: una edad más joven en el momento del diagnóstico; tinción corneal; mayor curvatura corneal (es decir, >55 D o más empinada que 6.13 mm); y que usan lentes de contacto [[146]]. Este hallazgo con lámpara de hendidura también se corresponde con la opacidad y la hiperreflectividad estromal observadas mediante microscopía confocal [[67]]. En casos graves, los conos altamente pronunciados pueden crear una deformación en forma de V del párpado inferior durante la mirada hacia abajo, conocida como el "signo de Munson" [141, 147]. El "signo de Rizzuti", un reflejo brillante del área nasal del limbo cuando la luz se dirige al área temporal del limbo, es otro signo observado con frecuencia en etapas avanzadas [[148]]. El queratocono severo puede resultar en hidropesía corneal, caracterizada por un marcado edema corneal debido a una ruptura en la membrana límite posterior, que permite que el humor acuoso entre en el estroma corneal y el epitelio. Aunque la hidropesía puede ser autolimitada en ∼3 meses, los casos agudos pueden requerir sutura corneal o inyección de gas intracameral según la gravedad [[149]]. La hidropesía corneal puede resultar en tejido cicatricial central que afecta la visión y una irregularidad corneal, lo que en muchos casos requiere el uso de lentes de contacto esclerales para lograr una visión funcional [[150]], y en algunos casos, trasplante de córnea [[84]]. Factores de riesgo significativos asociados de manera independiente con el desarrollo de hidropesía en el queratocono (usando análisis multivariado para abordar las co-dependencias) incluyen queratoconjuntivitis vernal (razón de posibilidades ajustada (AOR) 15.00x), asma (AOR 4.92x) y agudeza visual en el ojo más afectado (es decir, gravedad de la enfermedad, AOR 4.11x) [[151]].

 

 

Fig. 3 Imágenes de lámpara de hendidura que muestran cicatrices corneales.


 

La protrusión corneal, el reflejo de tijera, el adelgazamiento corneal, el anillo de Fleischer y las fibras nerviosas corneales prominentes son los signos clínicos más prevalentes en el queratocono (Fig. 4), con todos los signos observados en más del 50% de los pacientes con queratocono [[141]]. Sin embargo, el curso temporal del desarrollo de estos signos clínicos y su asociación con la gravedad de la enfermedad son altamente variables. Aunque la identificación de síntomas clínicos y hallazgos de lámpara de hendidura en el queratocono es importante, la topografía corneal es actualmente la herramienta diagnóstica principal para la detección del queratocono [[2]]. En casos incipientes, sin embargo, el uso de un solo parámetro como factor diagnóstico no es suficientemente preciso, y la paquimetría y los datos de aberración corneal ahora se utilizan comúnmente junto con la topografía corneal para ayudar al diagnóstico temprano y monitorear la progresión y los resultados del tratamiento [2, 152]. Además de la topografía corneal, que proporciona una imagen bidimensional de la superficie corneal basada en datos de curvatura, la tomografía corneal es una técnica de imagen tridimensional que caracteriza las superficies corneales anterior/posterior en función de datos de curvatura de la superficie anterior y datos de elevación de ambas superficies corneales anterior y posterior, junto con la distribución del grosor corneal [[153]], lo cual se ha considerado crítico para mejorar la sensibilidad y especificidad para detectar la ectasia corneal en comparación con la topografía corneal [133, 154]. Además, se han desarrollado varios algoritmos de aprendizaje automático utilizando parámetros clínicos recopilados de manera rutinaria que pueden ayudar en la detección objetiva de formas tempranas de la enfermedad [2, 155].

 


 

 

Fig. 4 Imagen vertical de Scheimpflug (izquierda) y mapa de curvatura axial anterior (derecha) de una córnea con queratocono avanzado; queratometría anterior central media 56 D, astigmatismo corneal anterior 11.8 D, paquimetría corneal más delgada 381 µm. El punto blanco en la parte superior izquierda indica el aspecto superior de la imagen y la flecha indica la región de adelgazamiento corneal central-inferior.

 


 

 

7. Detección

La detección temprana del queratocono puede llevar a una mejora en los resultados para el paciente mediante revisiones más frecuentes para monitorear la progresión de la enfermedad e intervenciones oportunas cuando sea necesario (por ejemplo, el enlace cruzado de colágeno corneal), reduciendo en última instancia la necesidad de trasplante de córnea. En consecuencia, la mayoría de las investigaciones sobre la detección del queratocono se han centrado en identificar los primeros signos clínicos de la enfermedad corneal. Por ejemplo, diferenciar entre el "queratocono forma fruste" (sin topografía corneal ni anormalidades en la lámpara de hendidura, pero queratocono en el ojo compañero) o los "sospechosos de queratocono" (queratocono preclínico o subclínico, típicamente definido como una córnea sin anormalidades detectables según el examen con lámpara de hendidura, pero con acentuación/asimetría corneal inferior sin afectar la agudeza visual) de ojos no queratoconos [[156]]. Además, también se han realizado esfuerzos para obtener un consenso de un panel de expertos en oftalmología de todo el mundo que resultó en definiciones, declaraciones y recomendaciones para el diagnóstico y manejo del queratocono y otras enfermedades ectásicas, lo que debería ayudar a los proveedores de atención ocular en todo el mundo a adoptar las mejores prácticas para estas condiciones a menudo debilitantes visualmente [[133]]. Los estudios que evalúan la utilidad diagnóstica de una métrica corneal particular típicamente informan la sensibilidad (la capacidad para identificar correctamente ojos con queratocono), la especificidad (la capacidad para identificar correctamente ojos sin queratocono) y el umbral más allá del cual una córnea se consideraría queratoconica. Es importante destacar que actualmente no hay una única métrica que pueda diferenciar de manera inequívoca la enfermedad emergente de los datos corneales normales, por lo que el diagnóstico de queratocono debe considerar una variedad de parámetros corneales, incluyendo su asimetría interocular. Se han desarrollado índices de puntuación que combinan varios parámetros corneales diferentes para mejorar la precisión diagnóstica. Esta sección revisa los métodos emergentes de detección de queratocono en la última década.

 

7.1 Morfología corneal

 

7.1.1 Perfil de espesor


Desde la aparición de la tomografía de coherencia óptica (OCT) de segmento anterior de alta resolución, numerosos estudios han investigado el perfil de espesor de las capas corneales individuales en el queratocono. Los ojos con queratocono suelen mostrar un adelgazamiento epitelial en el ápice corneal (cono), rodeado por un anillo de engrosamiento epitelial, considerado una respuesta de remodelación epitelial para proporcionar una superficie óptica suave sobre un estroma anterior cada vez más irregular y empinado [157, 158, 159]. Una reducción en la densidad de células basales epiteliales también puede provocar el adelgazamiento y la fragmentación de la lámina límite anterior [[72]], lo que también parece ser indicativo de queratocono temprano [[160]].

El estroma de los ojos con queratocono también suele ser más delgado inferotemporalmente (correlacionando con la ubicación promedio del cono) y más grueso superotemporalmente en comparación con ojos no queratoconos con astigmatismo; sin embargo, estas variaciones regionales son más evidentes en el perfil epitelial [[161]], incluso en el queratocono subclínico [[162]]. Por ejemplo, Li et al. [[162]] informaron que una métrica de grosor epitelial tiene una sensibilidad del 96% y una especificidad del 100% para distinguir el queratocono subclínico de los ojos normales en comparación con las métricas del grosor estromal (92%, 80%) y del grosor corneal total (92%, 92%). Este enfoque utilizando una métrica de grosor epitelial derivada de imágenes de OCT parece ser más adecuado para detectar el queratocono subclínico en comparación con numerosos estudios que utilizan datos de grosor corneal total central o mínimo [[2]].

Una limitación de la detección del queratocono mediante la caracterización del grosor epitelial corneal es que la segmentación de la imagen puede ser difícil en presencia de cambios en la lámina límite anterior y las mediciones de grosor suelen ser menos confiables en córneas con queratocono en comparación con córneas no queratoconas [163, 164]. Las métricas de grosor epitelial aún deben considerarse en conjunto con otras medidas clínicas en el diagnóstico del queratocono [[165]].

 

7.1.2 Índices tomográficos.

 

Aunque la curvatura corneal anterior y el astigmatismo anterior y posterior están significativamente elevados en el queratocono en comparación con ojos no queratoconos, estos parámetros no son particularmente útiles en la diferenciación del queratocono subclínico de los ojos normales [[2]]. Dado que los cambios en la superficie corneal posterior pueden ser uno de los primeros signos clínicamente detectables de queratocono [166, 167, 168], numerosos estudios han investigado la utilidad de las métricas de la córnea posterior. Estas métricas no se pueden obtener de topógrafos tradicionales basados en reflexión, sino que se miden mediante imágenes de Scheimpflug, tomografía de exploración de hendidura u tomografía de coherencia óptica. Una de las métricas más comúnmente utilizadas es la elevación corneal posterior (es decir, cómo se desvía la elevación de la córnea posterior en relación con un cuerpo de referencia como una esfera o elipse) [[169]] (Fig. 5). La utilidad de esta métrica para identificar el queratocono incipiente varía con respecto al diámetro de análisis y al cuerpo de referencia utilizado (Tabla 4). Un panel de expertos en oftalmología de todo el mundo ha propuesto que las anomalías en las elevaciones de la córnea posterior deben estar presentes para ayudar en el diagnóstico de queratocono temprano o subclínico [[133]]. Fig. 6.

 

Fig. 5 Mapas de elevación corneal posterior en relación con el cuerpo de referencia de mejor esfera (diámetro de 8 mm) para un ojo no queratocono (izquierda, elevación máxima 10 µm) y un ojo con queratocono (derecha, elevación máxima 88 µm). Para esta métrica, una elevación máxima >12 µm suele ser indicativa de queratocono (Tabla 3).

 


 

 

Tabla 4: Tabla que resume todos los estudios que proporcionaron la sensibilidad, especificidad y un valor umbral de elevación corneal posterior para diferenciar el queratocono forma fruste o sospechoso de ojos no queratoconos. BFS, mejor esfera ajustada; BFTA, mejor ajuste torico y cuerpo/elipsoide asférico; E-BFS, mejor esfera ajustada mejorada (diámetro de 3.5 mm eliminado centrado en el punto más delgado); MEL, elevación máxima; TEL, elevación en el punto corneal más delgado.

 

 

Author, YearReference body (diameter, mm)Threshold (µm)Specificity(%)Sensitivity(%)
de Sanctis et al, 2013 BFS (9) 27 87 73
Muftuoglu et al, 2013 BFS (9) 9 59 67
Smadja et al, 2013 BFS (8) MEL 14 55 51
Sideroudi et al, 2014 BFS (8) MEL 12 86 83
Golan et al, 2018 BFTA (8) MEL 11.5 85 80

 

 

Fig. 6 Mapas de potencia refractiva derivados de las aberraciones corneales superiores de orden "coma" anterior (órdenes radiales Zernike 3, 5 y 7) que demuestran el aumento del coma vertical con la gravedad creciente del queratocono (sistema de clasificación de Alio-Shabayek [235]). Los colores más cálidos (rojos) y más fríos (azules) representan un aumento y una disminución de la potencia corneal. Los valores de RMS tipo coma a través de una pupila de 6 mm son: no queratocono = 0.25 µm; Grado I = 1.50 µm; Grado II = 2.52 µm; Grado III = 3.84 µm; y Grado IV = 4.60 µm. (Para la interpretación de las referencias de color en esta leyenda de la figura, se remite a la versión web de este artículo).

 


 

 

7.1.3 Otras características morfológicas corneales

 

 7.1.3.1 Área superficial corneal


La relación entre las áreas superficiales corneales anterior y posterior (derivadas de OCT o imágenes de Scheimpflug) disminuye significativamente en ojos con queratocono en comparación con ojos no queratoconicos [175, 176, 177], posiblemente debido a cambios patológicos en ambas superficies corneales anterior y posterior, y parece ser una métrica útil para diferenciar el queratocono fruste de ojos no queratoconicos (especificidad 96% y sensibilidad 92%) [[178]].

 


 

7.1.3.2 Distribución de la intensidad lumínica corneal


Recientemente, se ha modelado la distribución de la intensidad lumínica derivada de imágenes de Scheimpflug para evaluar propiedades microscópicas corneales después del uso de lentes de contacto [[179]] y como un enfoque novedoso para diferenciar córneas con queratocono de aquellas sin queratocono cuando se las examina durante la estimulación mecánica [180, 181]. Los parámetros estadísticos derivados de estos análisis tienen una buena sensibilidad (76–96%) y especificidad (76–88%) para detectar el queratocono, lo que aumenta cuando se combinan con medidas del grosor corneal central (sensibilidad 100%, especificidad 95–100%) [[181]]. El mismo enfoque de análisis de imagen se ha utilizado para identificar la base del cono [[182]]; sin embargo, se necesita más investigación para evaluar si esta técnica tiene utilidad clínica en la detección temprana del queratocono o en el seguimiento de la progresión de la enfermedad.

 


 

7.1.3.3 Inteligencia artificial


En la última década, se han utilizado diferentes enfoques (algoritmos de aprendizaje automático y profundo) en un intento por automatizar la detección y clasificación del queratocono basándose en una amplia gama de parámetros corneales [183, 184]. En general, los algoritmos diseñados para diferenciar el queratocono manifiesto de los ojos no queratoconicos utilizando topografía o tomografía corneal [185, 186, 187, 188, 189, 190, 191] o datos de OCT [192, 193, 194] son altamente confiables con puntuaciones de especificidad y sensibilidad generalmente>95%. Varias técnicas también han demostrado un excelente potencial para diferenciar el queratocono fruste o sospechado de los ojos normales [155, 185, 188, 189, 194, 195, 196] o el queratocono manifiesto del queratocono sospechado [191, 197]. En el futuro, los datos corneales longitudinales podrían utilizarse para desarrollar algoritmos que predigan la progresión futura de la enfermedad para identificar ojos que podrían beneficiarse de revisiones más frecuentes o intervenciones tempranas.

 


7.2 Óptico

 

7.2.1 Aberraciones corneales de alto orden anterior

 

Las métricas de aberraciones de alto orden anterior (HOA) corneal, derivadas del perfil de elevación corneal, que son particularmente útiles en la detección del queratocono (específicamente en la diferenciación entre ojos normales y queratocono subclínico, fruste o emergente) incluyen el coma vertical (C(3,-1)), el error cuadrático medio (RMS) del coma horizontal y vertical, y el RMS del tercer orden radial (que incluye el coma vertical) [198, 199, 200, 201, 202, 203]. La Tabla 5 resume la especificidad y sensibilidad de estas métricas para umbrales específicos. Para un diámetro corneal de 6 mm, el coma vertical < ∼-0.17 µm, el RMS del coma > ∼0.275 µm y el RMS del tercer orden > ∼1.80 µm son indicativos de queratocono. La capacidad para discriminar entre ojos saludables y queratocono subclínico mejora cuando las métricas de HOA corneal anterior se consideran junto con otros parámetros corneales como la paquimetría y las aberraciones corneales posteriores [[198]].

 


 

 

 Tabla 5:Tabla que resume todos los estudios que proporcionaron la sensibilidad, especificidad y un valor umbral de métricas de aberraciones corneales de alto orden anterior (HOA) para diferenciar entre ojos normales y queratocono subclínico o queratocono sospechado.

 

 

 

 

Autor, AñoMétrica HOAUmbral (µm)Diámetro (mm)Especificidad (%)Sensibilidad (%)
Gobbe & Guillon, 2005 Coma vertical < −0.116 6 72 89
Buhren et al, 2007 Coma vertical ≤ −0.202 6 94 100
  RMS de Coma ≥ 0.248 6 74 100
Buhren et al, 2010 Coma vertical ≤ −0.200 6 97 94
Saad & Gatinel, 2012 Coma vertical < −0.095 5 78 71
  RMS de Coma ≥ 0.157 5 80 71
Xu et al, 2017 RMS de 3er orden ≥ 1.852 6 78 68
Naderan et al, 2018 Coma vertical < −0.180 6 64 68
  RMS de Coma ≥ 0.305 6 73 55

 


 

 

 7.2.2 Aberraciones de Alto Orden en la Córnea Posterior

 

El queratocono posterior es una condición corneal rara que afecta únicamente la superficie corneal posterior [204, 205]. Sin embargo, en el queratocono que involucra la córnea anterior, las aberraciones de alto orden (HOAs) oculares internas, que provienen de la superficie corneal posterior y del cristalino, también están elevadas en comparación con controles saludables [206, 207, 208]. Esto se debe a cambios en la superficie corneal posterior [208] y puede resultar en una HOA residual significativa (principalmente coma vertical) cuando las aberraciones de la superficie corneal anterior son neutralizadas eficazmente con la capa de lágrima postlente de una lente de contacto rígida [209]. Aunque las HOAs corneales posteriores aumentan considerablemente con el queratocono moderado a avanzado en comparación con controles saludables, estos datos no mejoran significativamente la capacidad para diferenciar córneas normales de queratoconos subclínicos en comparación con los datos de HOA de la córnea anterior sola [201, 207].

 


 7.2.3 Aberraciones de Alto Orden Ocular Total

 

Aunque la óptica interna del ojo (la contribución de la superficie corneal posterior y el cristalino) compensa parcialmente las aberraciones de alto orden de la córnea anterior (potencialmente más en el queratocono [207]), varios estudios han demostrado que las aberraciones de alto orden oculares totales también pueden diferenciar ojos normales y queratoconos subclínicos. Los ojos con queratocono subclínico (forma frusta) suelen mostrar considerablemente más coma vertical negativa y, en consecuencia, valores elevados de RMS de tercer orden y de alto orden ocular total [209, 203, 210, 211]. Sin embargo, la capacidad para diferenciar entre ojos saludables y queratoconos subclínicos mejora si se considera la onda total en combinación con los datos de aberraciones de alto orden de la córnea anterior [198, 212]. Como se mencionó anteriormente, esto sugiere que, con respecto a las HOAs, la contribución de la superficie corneal anterior es la más importante para detectar el queratocono subclínico.

 


 

 7.3 Biomecánica Corneal

 

En la última década, el interés en la biomecánica corneal en relación con la detección del queratocono ha aumentado considerablemente debido a la disponibilidad de instrumentos (por ejemplo, Ocular Response Analyzer y la Tecnología Scheimpflug CorVis) que pueden cuantificar las propiedades viscoelásticas corneales in vivo basándose en su respuesta de deformación [2, 213, 214]. Dado que las propiedades biomecánicas corneales se alteran en el queratocono (según análisis in vitro de córneas de donantes) [215, 216, 217], se ha hipotetizado que las métricas biomecánicas pueden ser un marcador sensible para detectar el queratocono subclínico. Sin embargo, aunque algunas propiedades biomecánicas están parcialmente relacionadas con el grosor corneal [218] y se alteran significativamente después de la cirugía corneal [219, 220], hay evidencia limitada que respalde la capacidad de estos dispositivos para diferenciar entre ojos normales y aquellos con queratocono subclínico o establecido [221, 222, 223, 224, 225]. Una limitación de los instrumentos disponibles comercialmente en la actualidad es que solo se pueden obtener medidas corneales centrales y es poco probable que coincidan con la ubicación del cono o el punto corneal más delgado en el queratocono. Actualmente, los parámetros biomecánicos corneales in vivo no son una métrica sensible y confiable para diferenciar entre ojos normales y queratoconos subclínicos de manera aislada, pero podrían ser útiles en modelos multivariados de progresión de la enfermedad [89] o en la práctica clínica tras el desarrollo de métricas más adecuadas [226, 227]. Técnicas emergentes como la elastografía de coherencia óptica [228] o el análisis del moteado OCT [229] pueden ayudar a identificar cambios microestructurales corneales que permitan una detección más temprana del queratocono.

 


 

 

 8. Clasificación

La evolución temporal de los signos y síntomas del queratocono, así como su asociación con la gravedad de la enfermedad, varían considerablemente, lo que dificulta la clasificación de la gravedad del queratocono. Aunque se han desarrollado varios sistemas de clasificación, que se basan principalmente en la morfología corneal o cambios como el adelgazamiento corneal, la curvatura corneal anterior y posterior, y la posición y forma del cono [10], no hay un sistema de clasificación clínicamente adecuado para el queratocono [133]. La evaluación de la función óptica y visual, como las aberraciones de alto orden, la agudeza visual y el astigmatismo, también se utiliza comúnmente para clasificar la gravedad de la enfermedad [1]. Además, algunos sistemas de clasificación tienen en cuenta signos de queratocono, como cicatrices, estrías de Vogt y el anillo de Fleischer [230]. En esta sección, se discuten los diferentes sistemas de clasificación actualmente disponibles para evaluar la gravedad del queratocono basados en (1) morfología corneal y evolución de la enfermedad; (2) función óptica y visual; y (3) descriptores de la forma corneal (es decir, sistemas basados en índices).


 

 8.1 Morfológica y evolución de la enfermedad

 

Los sistemas de clasificación más comúnmente utilizados basados en cambios morfológicos y evolución de la enfermedad son:

- Clasificación Morfológica (Buxton) [231]:** Este sistema clasifica la enfermedad según la forma y posición del cono en oval, pezón y queratocono globular: (1) en el queratocono oval, el cono afecta uno o dos cuadrantes corneales, siendo el cuadrante inferior el lugar más comúnmente afectado; (2) en el queratocono de pezón, el diámetro del cono es ≤ 5 mm y se encuentra en la córnea central o paracentral; y (3) en el queratocono globular, el cono afecta una gran región de la córnea anterior (> 75%).

- Clasificación Queratométrica [232]:** Este sistema categoriza el queratocono en cuatro grados según la magnitud de la potencia corneal central de la córnea: (1) Leve (<45 D); (2) Moderado (entre 46 D y 52 D); (3) Avanzado (entre 53 D y 59 D); y (4) Severo (> 59 D).

- Clasificación de Hom [10]:** Este sistema clasifica el queratocono en cuatro grados según signos clínicos: (A) Preclínico indica que no se detectan signos de queratocono; (B) Los casos leves muestran adelgazamiento corneal leve y reflejo de tijera; (C) Moderado indica mala calidad visual y adelgazamiento corneal sin cicatrices corneales; y (D) El queratocono severo incluye la presencia de cicatrices, refracción no confiable y adelgazamiento corneal severo.

- Clasificación de Amsler-Krumeich [233]:** Este sistema de clasificación, que parece ser el más aplicado con frecuencia en la práctica clínica para clasificar el queratocono, utiliza una serie de características morfológicas y clínicas asociadas con el queratocono empleadas en los otros sistemas de clasificación descritos anteriormente (Tabla 6). Sin embargo, se ha propuesto que este sistema de clasificación relativamente antiguo y desactualizado no tiene en cuenta la información clínica actualmente disponible y los avances tecnológicos [133].

 


 

 

Tabla 6:Sistemas de clasificación Amsler-Krumeich [233] y Alio-Shabayek [235] para la clasificación de la gravedad del queratocono. Los valores de RMS tipo coma se refieren a un diámetro de análisis de 6 mm.

 

 

Amsler – KrumeichAlio – Shabayek
Grado I
Curvatura corneal Sin cicatrices
Refracción > − 5 D RMS similar a coma 1.50 a 2.50 µm
Medias lecturas K centrales < 48 D Medias lecturas K centrales < 48 D
Grado II
Sin cicatrices Sin cicatrices
Grosor corneal > 400 µm Grosor corneal > 400 µm
Refracción > − 8 D RMS similar a coma > 2.50 a ≤ 3.50 µm
Medias lecturas K centrales < 53 D Medias lecturas K centrales < 53 D
Grado III
Sin cicatrices Sin cicatrices
Grosor corneal > 300 µm Grosor corneal > 300 µm
Refracción > − 10 D RMS similar a coma > 3.50 a ≤ 4.50 µm
Medias lecturas K centrales < 55 D Medias lecturas K centrales < 55 D
Grado IV
Cicatriz central Cicatriz central
Grosor corneal > 200 µm Grosor corneal > 200 µm
Refracción no confiable RMS similar a coma > 4.50 µm
Medias lecturas K centrales > 55 D Medias lecturas K centrales > 55 D

 

 


 

 

El queratocono ha sido definido como progresivo por algunos autores cuando uno (o varios) de los siguientes cambios ocurren en un intervalo de menos de 1 año [[234]]:

- Aumento en el astigmatismo ≥ 1.0 D
- Cambios significativos en la orientación de los ejes refractivos
- Aumento de 1.0 D o más en la potencia óptica del meridiano corneal más empinado
- Disminución de 25 µm o más en el grosor corneal.

 


 

8.2 Función óptica y visual

 

Los cambios asociados con el desarrollo de keratoconus no se limitan a alteraciones anatómicas y morfológicas de la córnea; la enfermedad también está asociada con una disminución significativa en la calidad óptica resultante de aumentos en las aberraciones oculares y una pérdida de transparencia corneal en algunos casos, lo que puede afectar la calidad de vida [[236]].

Los sistemas de clasificación que consideran principalmente la función óptica y visual son los siguientes:

- Alio-Shabayek [[235]] - Este sistema, que se basa en la clasificación de Amsler–Krumeich, además de la evaluación de las lecturas queratométricas y el adelgazamiento corneal, tiene en cuenta el cicatrizado corneal y las aberraciones corneales anteriores (es decir, aberraciones similares a coma de RMS) para clasificar la gravedad de keratoconus (Tabla 6).
- Keratoconus Severity Score (KSS) [[230]] - Este sistema clasifica la gravedad de keratoconus de 0 (sospechoso) a 5 (grave) según dos índices topográficos corneales (es decir, error de RMS de aberración de alto orden corneal anterior y queratometría central media), el patrón topográfico de keratoconus y los signos clínicos de lámpara de hendidura (es decir, estrías de Vogt, cicatriz corneal y anillos de Fleischer).
- Clasificación RETICS [[237]] – Además de los signos clínicos y las variables de función óptica y visual, este sistema de clasificación también tiene en cuenta los parámetros biomecánicos corneales (es decir, histeresis y factor de resistencia).
- Sistema de clasificación Belin ABCD [[238]] – La gravedad de keratoconus se clasifica según cuatro variables: (A) radio corneal anterior y posterior; (B) curvatura de la zona central de 3.0 mm de la ubicación corneal más delgada; (C) paquimetría más delgada; y (D) agudeza visual corregida a la distancia mejor. Este sistema de clasificación está incluido en el sistema basado en Scheimpflug Oculus Pentacam (Oculus GmbH, Wetzlar, Alemania).

 


 

8.3 Sistemas basados en índices


Se han incluido varios sistemas basados en índices para la detección de keratoconus en diversos instrumentos de evaluación de la forma corneal. Estos sistemas pueden incluir una o más variables para la detección de keratoconus y suelen utilizar valores de corte para permitir la diferenciación entre córneas normales, sospechosos de keratoconus y keratoconus clínicos (Tabla 7).

 

Tabla 7: Sistemas de clasificación basados en índices para la detección de queratocono frente a córnea normal. Valores superiores al umbral propuesto indican queratocono sospechoso. K, ceratometría; Kmax, curvatura corneal anterior más pronunciada en los 3 mm centrales; ejes radiales sesgados (SRAX); D, dioptrías; mm, milímetro.

 

 

 

Índice Univariable
Autor, año HOAMétrica Umbral (μm) Diámetro (mm)   Specificidad (%) Sensibilidad (%)
Gobbe & Guillon, 2005 coma vertical < −0.116 6   72 89
Buhren et al, 2007 coma vertical ≤ −0.202 6   94 100
  coma RMS ≥ 0.248 6   74 100
Buhren et al, 2010 coma vertical ≤ −0.200 6   97 94
Saad & Gatinel, 2012 coma vertical < −0.095 5   78 71
  coma RMS > 0.157 5   80 71
Xu et al, 2017 RMS de tercer orden > 1.852 6   78 68
Naderan et al, 2018 coma vertical < −0.180 6   64 68
  coma RMS 305 6   73 55

 


 

 

 9. Manejo y tratamiento

 

El tratamiento del queratocono varía según la gravedad y la progresión de la enfermedad (consulte la sección 8. Clasificación). Se ha desarrollado un diagrama de flujo de tratamiento para el queratocono mediante consenso de un panel de expertos en oftalmología de todo el mundo [[140]]. Típicamente, los casos leves se tratan con gafas, los casos moderados con lentes de contacto, mientras que los casos graves que no pueden manejarse con lentes de contacto esclerales pueden requerir cirugía corneal (Fig. 7). Para prevenir la progresión del queratocono, se recomienda la unión cruzada corneal para aumentar la estabilidad biomecánica y la rigidez de la córnea, siendo normalmente necesaria una intervención temprana, lo que resalta la importancia del diagnóstico temprano y el seguimiento cercano. Se aconseja a los pacientes con queratocono que eviten frotarse los ojos, ya que esto está comúnmente asociado con el queratocono y puede contribuir al inicio y la progresión de la enfermedad [[248]]. La educación y el asesoramiento parecen ser fundamentales para ayudar a los pacientes a controlar los hábitos crónicos de frotarse los ojos anormalmente [[249]].

 

 

Fig. 7: Diagrama de flujo para el manejo del queratocono.

PRK: Queratectomía fotorrefractiva; pIOL: Lente intraocular fáquico y pseudofáquico; IOL: Lente intraocular; CL: Lente de contacto; ICRS: Segmentos de anillo intracorneal; BCVA: Agudeza visual mejor corregida; PK: Queratoplastia penetrante; DALK: Queratoplastia lamelar anterior profunda.

 


 

9.1 Queratocono leve

 

Las gafas solo se pueden usar en casos leves de queratocono y a menudo resultan en una agudeza visual deficiente [10]. Aunque las gafas no pueden compensar el astigmatismo irregular, se ha propuesto un diseño novedoso que tiene en cuenta las posiciones no ortogonales posibles de los dos meridianos de potencia óptica del ojo y se ha demostrado que mejora la agudeza visual mejor corregida con gafas en 1-4 líneas en dos participantes con queratocono leve (astigmatismo refractivo ≤ 2.50 D) [250].


 

9.2 Queratocono moderado

Actualmente, se estima que el 90% de los pacientes afectados por irregularidades corneales utilizan lentes de contacto [251]. Existen varias opciones disponibles para el manejo del queratocono, que incluyen lentes de contacto permeables al gas (es decir, corneales, esclerales y corneoesclerales), sistemas "piggyback" (es decir, una lente corneal rígida colocada sobre una lente de contacto blanda), lentes de contacto blandas y lentes híbridas (es decir, con centro rígido y falda periférica hidrofílica blanda) [252, 253]. Cualquiera de estos tipos de lentes puede adaptarse para tratar el queratocono leve y moderado, mientras que las lentes esclerales pueden ser la mejor opción para gestionar con éxito casos avanzados.


 

9.2.1 Lentes de contacto rígidas

Las lentes rígidas ofrecen el mayor nivel de adaptabilidad para el manejo de pacientes con queratocono, ya que solo es posible corregir de manera confiable niveles altos de astigmatismo corneal irregular mediante la neutralización por la capa lagrimal con este tipo de lente de contacto [144, 254, 255, 256].


 

 
 

9.2.1.1 Lentes de contacto rígidas corneales y sistemas piggyback

 

Tradicionalmente, se han utilizado tres estrategias para adaptar lentes de contacto rígidas corneales en queratocono, que incluyen el espacio apical, el toque apical y el toque de tres puntos [257, 258]. Una lente adaptada utilizando la técnica de espacio apical eleva el ápice corneal y apoya en la córnea paracentral. Una lente adaptada con toque apical muestra una carga de luz en la córnea central y puede proporcionar una buena visión. Sin embargo, se ha asociado un aumento en las cicatrices corneales con esta técnica de adaptación [257, 259]. La técnica de toque de tres puntos tiene como objetivo proporcionar soporte de la lente (apoyo corneal) en tres puntos a lo largo de cada meridiano, incluido un toque apical ligero y un toque corneal paracentral más pesado. Se puede lograr una mayor tasa de adaptaciones óptimas de lentes utilizando el enfoque de toque de tres puntos (83%) en comparación con las adaptaciones de toque apical (71%) [257]. Aunque no se han informado diferencias en comodidad entre estos dos enfoques de adaptación [260, 261], se asocia un mayor nivel de aplanamiento corneal con la técnica de toque apical [258].

En la actualidad, existen comercialmente disponibles múltiples diseños de lentes de contacto rígidas corneales para queratocono, incluidos diseños multicurva y asféricos con asfericidad de superficie posterior única o variable (diseños específicos por cuadrante) [262], que se ha demostrado que son exitosos en el manejo de pacientes con queratocono [263]. Los diseños de lentes de contacto rígidas con geometría inversa también se han utilizado en la corrección óptica del queratocono; sin embargo, su uso es limitado ya que la superficie corneal anterior en el queratocono es típicamente prolata [264].

Los sistemas piggyback, que consisten en una lente de contacto rígida corneal colocada sobre una lente de contacto blanda, también se utilizan para el manejo del queratocono. El uso de una lente de contacto blanda puede mejorar la comodidad y la centración y estabilidad de la lente de contacto rígida corneal [265, 266]. Aunque las lentes de contacto blandas de baja potencia positiva se han utilizado tradicionalmente en sistemas piggyback, una lente de contacto blanda de leve potencia negativa puede facilitar la adaptación de una lente de contacto rígida corneal más plana y con menos potencia negativa, lo que puede resultar en una mejor centración y movimiento y, posteriormente, una reducción en las aberraciones esféricas y tipo coma. La transmisibilidad de oxígeno en el centro del sistema piggyback también puede mejorarse [267, 268].


 

 

9.2.1.2 Lentes corneoesclerales y esclerales


Las lentes corneoesclerales se definen como cualquier lente de contacto rígida con apoyo compartido entre la córnea periférica y la conjuntiva que recubre la esclera, independientemente del diámetro total de la lente [269]. Las principales ventajas de estos diseños de lentes en comparación con las lentes corneales rígidas son una mayor comodidad debido a la interacción reducida entre el borde de la lente y el párpado, y una mayor estabilidad y centración con zonas ópticas más grandes para una visión más consistente a través de una variedad de diámetros pupilares [270]. Son particularmente útiles para conos ubicados inferiormente [271] o cuando otras opciones de lentes de contacto (es decir, lentes blandas, rígidas corneales, piggyback o lentes híbridas) no logran proporcionar un resultado visual aceptable. Al igual que las lentes corneales rígidas, los diseños de lentes corneoesclerales también se pueden personalizar para mejorar la centración de la lente y el ajuste general (por ejemplo, diseños multicurva y asféricos, o curvas periféricas tóricas/cuadrantes específicos), y la ubicación del apoyo corneal varía según el diseño de la lente y la filosofía de adaptación [272]. Las lentes corneoesclerales muestran menos movimiento al parpadear (hasta ∼ 0.5 mm) en comparación con las lentes corneales rígidas (1–2 mm), pero más movimiento que los diseños de lentes esclerales que se asientan nuevamente en el tejido conjuntival subyacente a lo largo del día [273]. Como resultado, la entrega de oxígeno se mejora en los diseños de lentes corneoesclerales en comparación con las lentes esclerales selladas, debido al intercambio de lágrimas y un depósito de líquido postlente más delgado que minimiza el edema corneal [274, 275]. Se debe evitar la compresión limbal en los diseños de lentes corneoesclerales, ya que cualquier lesión en esta ubicación anatómica puede desencadenar potencialmente una respuesta neovascular [276]. Existen datos limitados a largo plazo sobre los diseños de lentes corneoesclerales en el manejo del queratocono; sin embargo, se han informado mejoras significativas en aberraciones de alto orden y agudeza visual [277] en comparación con gafas o correcciones habituales de lentes de contacto para una variedad de irregularidades corneales [272, 277, 278, 279], sin aparentes alteraciones en la biomecánica corneal [280] o la salud de las células madre limbares (según la citología de impresión y el análisis de ADN), después de 12 meses de uso de lentes [281].

Las lentes esclerales se definen como cualquier lente rígida que abarca por completo la córnea, incluido el limbo, y descansa sobre el tejido conjuntival que recubre la esclera [282]. Son particularmente útiles en la rehabilitación visual del queratocono avanzado cuando otras modalidades de lentes suelen no lograr un ajuste fisiológicamente aceptable debido a un apoyo central o una descentración excesiva de la lente.


 

9.2.2 Lentes de contacto blandas

 


En los últimos años, ha habido avances significativos en el diseño de lentes de contacto blandas para la corrección del queratocono [270, 307]. Las lentes blandas están disponibles en potencias esféricas y tóricas elevadas para la corrección de miopía y astigmatismo en queratoconos tempranos, conos descentrados y para pacientes con intolerancia a lentes rígidas [317, 318].

Aunque las lentes de contacto blandas ofrecen una comodidad inicial mejorada en comparación con las lentes rígidas, se adaptan a la forma irregular de la córnea queratoconica, lo que resulta en una corrección visual subóptima. Como tal, las lentes de contacto blandas para el queratocono están diseñadas con un grosor central mayor (es decir, de 0.2 mm a 0.6 mm) en un intento de ocultar la forma irregular de la córnea y corregir el astigmatismo irregular leve a moderado. El aumento del grosor central disminuye la transmitancia de oxígeno de la lente; sin embargo, ahora se utilizan materiales de hidrogel de silicona (por ejemplo, Definitive 74, Contamac, Reino Unido) para fabricar estas lentes.

Actualmente, hay disponibles varias lentes de contacto blandas tóricas para el queratocono, como HydroCone® (Toris K, SeissLens, Suiza) [318, 319, 320], KeraSoft® IC (UltraVision CLPL, Reino Unido) [321], y Rose K2 Soft (Menicon Co., Ltd, Japón), que muestran un rendimiento clínico comparable [311]. Estas lentes utilizan características de prisma-lastre y peri-lastre, así como diferencias distintas en el diseño central y periférico de la lente para evitar la rotación indeseada de la lente. Se informa que la combinación de todas estas características restaura la agudeza visual a niveles óptimos al reducir el astigmatismo irregular de una variedad de etiologías, incluido el queratocono, el trauma y la cirugía de anillo intrastromal [320, 322, 323].

También ha habido un interés creciente en el desarrollo de lentes de contacto blandas controladas por aberraciones para el queratocono [316, 324, 325, 326], ya que los sensores de frente de onda están disponibles comercialmente desde hace aproximadamente dos décadas [327]. Se pueden esperar mejoras significativas en la visión teóricamente mediante el uso de lentes de contacto que corrigen aberraciones oculares tanto de bajo como de alto orden [328]. Sin embargo, la flexión de la lente, la traslación, la rotación y los efectos de la capa lagrimal asociados con el uso de lentes de contacto blandas dificultan la corrección de aberraciones de alto orden. Dado que el coma vertical es típicamente la aberración de alto orden más elevada en el queratocono [235, 209, 329, 330], los diseños de lentes de contacto que corrigen aberraciones comáticas han sido objeto de numerosos estudios. Se ha demostrado que las lentes de contacto blandas diseñadas para corregir exclusivamente las aberraciones de coma mejoran significativamente la calidad visual en pacientes con queratocono sin corregir otras aberraciones de alto orden [325, 331, 332, 333]. La centración de la lente es un factor importante que afecta el rendimiento clínico de las lentes de contacto controladas por aberraciones, disminuyendo el rendimiento visual cuando la descentración supera los 0.5 mm [334]. Más recientemente, se ha propuesto un enfoque diferente que utiliza un juego de adaptación de lentes blandas estandarizado con varias potencias asimétricas y ejes verticalmente asimétricos, de manera similar a la adaptación de lentes de contacto blandas tóricas [333, 335]. Utilizando este enfoque, un diseño prototipo de lente de contacto blanda corrigió con éxito el coma vertical y mejoró la calidad de visión en pacientes con queratocono [333]. Mejoras adicionales a este enfoque incluyeron la optimización de la zona óptica en relación con el centro de la pupila, lo que resultó en mejoras adicionales en la corrección de las aberraciones de coma y el rendimiento visual general [335]. También se han utilizado diseños de lentes de contacto blandas de geometría inversa para la corrección del queratocono [251, 331, 321, 336].

 

9.2.3 Lentes de contacto híbridas


Una lente de contacto híbrida consta de una lente corneal rígida y una falda periférica suave para combinar los beneficios ópticos de las lentes corneales rígidas y la comodidad proporcionada por las lentes de contacto blandas. Las lentes híbridas de primera generación a menudo se asociaban con una disminución de la comodidad, complicaciones debido al uso de materiales de baja permeabilidad al oxígeno y una reducción de la durabilidad de la interfaz de material rígido/suave [337, 338, 339]. Los diseños de lentes híbridas actuales, como ClearKone (Synergeyes, EE. UU.) o Eyebrid (LCS laboratories, Francia), han superado algunos de estos problemas, pero aún no se utilizan ampliamente en el manejo del queratocono [340]. Su rendimiento clínico similar en términos de calidad visual y comodidad, pero un mayor costo en comparación con las lentes rígidas, puede explicar esta adopción limitada por parte de los profesionales de la salud visual [341, 342, 343].

 

9.3 Queratocono severo


Los casos graves de queratocono pueden manejarse con lentes esclerales, especialmente cuando otras modalidades de lentes suelen no lograr un ajuste fisiológicamente aceptable [283, 284, 285, 286]. Si la adaptación de lentes de contacto falla, estos casos pueden requerir cirugía corneal, incluyendo la técnica de enlace cruzado corneal, cirugía refractiva, trasplante de córnea o una combinación de varios procedimientos de cirugía refractiva, para la rehabilitación visual (Fig. 7). Sin embargo, algunos procedimientos quirúrgicos también se utilizan en casos leves a moderados de quer

atocono, como el enlace cruzado corneal, para prevenir una mayor progresión, independientemente de la gravedad, y ciertos tipos de cirugía refractiva que pueden usarse en casos incipientes también. Los diferentes procedimientos quirúrgicos de córnea para el manejo del queratocono se resumen en la siguiente sección.


 

9.3.1 Procedimientos quirúrgicos

 

9.3.1.1 Enlace cruzado corneal (CXL)


El enlace cruzado aumenta la estabilidad biomecánica y rigidez de la córnea en un intento de prevenir la progresión del queratocono. La técnica consiste en la eliminación de 6-7 mm centrales del epitelio corneal, seguido de la aplicación subsiguiente de una solución de riboflavina al 0.1% y radiación corneal con luz ultravioleta-A a 370 nm [344, 345, 346]. La radiación ultravioleta-A activa la riboflavina, lo que lleva a la formación de enlaces covalentes entre las fibrillas de colágeno y el estroma corneal y a un intenso proceso de apoptosis de los queratocitos en el estroma anterior [347]. La irradiación en el endotelio corneal, el cristalino y la retina es significativamente menor que el umbral de daño [348]. Esta técnica está contraindicada en córneas con un espesor central <400 µm, ya que puede causar reacciones tóxicas en el endotelio corneal [349, 350].

El tratamiento convencional de CXL implica la eliminación del epitelio corneal antes de la aplicación de riboflavina y radiación ultravioleta (es decir, CXL "epi-off"). Varios estudios a largo plazo han demostrado que, en promedio, el CXL "epi-off" generalmente aplana la córnea central, mejora la calidad visual y reduce la progresión del cono [351, 352, 353]. Como tal, esta intervención quirúrgica es el primer tratamiento de elección para pacientes con queratocono progresivo [354], aunque los resultados clínicos varían significativamente de un paciente a otro [354, 355, 356, 357]. Se encontró que este procedimiento quirúrgico es seguro y eficaz para el queratocono en niños y adolescentes evaluados postoperatoriamente durante períodos que van de 1 a 3 años [358, 359, 360, 361], con eficacia inicial similar a la de los adultos [362], especialmente en términos de mejora en los resultados visuales y topográficos después del primer año de tratamiento [358]. Los pacientes sometidos a CXL generalmente aún requieren corrección con lentes de contacto después de la cirugía [363]. Más recientemente, se han propuesto varios métodos de CXL "epi-on" (es decir, transepitelial) ya que mantener el epitelio corneal intacto probablemente sea menos doloroso y puede ayudar a evitar eventos adversos asociados con CXL "epi-off". Aunque los métodos transepiteliales están ganando popularidad, se ha demostrado que el CXL "epi-off" proporciona una mejor regularización de la superficie corneal y una mejora de las aberraciones de alto orden en comparación con el CXL "epi-on" [364]. Un estudio investigó los resultados a 1 año de uso de 8 combinaciones diferentes de técnicas de CXL para tratar el queratocono, incluyendo 2 técnicas diferentes de CXL (es decir, "epi-on" o "epi-off"), 7 formulaciones de riboflavina y 2 protocolos de radiación ultravioleta-A (es decir, convencional 3 mW/cm o acelerado 9 mW/cm), en 670 ojos de 461 pacientes con queratocono progresivo [365]. Los pacientes tratados con el protocolo de Dresde se utilizaron como grupo de referencia. Se observó que el CXL "epi-on", el uso de riboflavina Meran y la aplicación del protocolo de irradiación acelerada parecían estar asociados con una eficacia reducida para controlar la progresión del queratocono, y un tercio de los casos tratados con CXL "epi-on" requirió retratamiento. El enlace cruzado corneal también se ha utilizado con éxito en combinación con segmentos de anillos corneales y otras técnicas quirúrgicas [366, 367, 368, 369, 370, 371].


 

9.3.1.2 Cirugía refractiva


Se han utilizado varias intervenciones de cirugía refractiva para el manejo del queratocono, siendo la implantación de lentes fáquicas y la ceratectomía fotorrefractiva (PRK) las dos más estudiadas [372, 373]. Estas técnicas están contraindicadas en queratoconos progresivos y se realizan cuando la afección se estabiliza. Las técnicas de cirugía refractiva para el manejo del queratocono se pueden clasificar en: (1) corneales, que incluyen cirugía láser excimer, segmentos de anillos intracorneales, queratotomía radial y terapia térmica; (2) intraoculares, incluyendo lentes intraoculares fáquicas y pseudofáquicas; y (3) combinaciones de estos procedimientos.


 

9.3.1.2.1 Corneales


La ceratectomía fotorrefractiva (PRK) utiliza un láser excimer para modificar permanentemente la forma de la córnea anterior central mediante la eliminación de una pequeña sección del tejido estromal por vaporización. Los resultados en ojos con queratocono han sido moderadamente exitosos, con algunos estudios observando una reducción significativa en la evolución del cono en casos incipientes [374], así como una mejora en la agudeza visual y una reducción en las aberraciones corneales de alto orden [375, 376]. La PRK generalmente se realiza en combinación con CXL. Un estudio reciente que evaluó los resultados clínicos del uso de PRK guiada por topografía/ondulación con un nuevo aberrómetro de alta definición (sistema iD2) en combinación con CXL en queratoconos leves a moderados informó una mejora significativa en la regularidad de la forma corneal y en los resultados visuales y refractivos postoperatorios en comparación con los preoperatorios [369].

Los segmentos de anillos intracorneales (ICRS) se desarrollaron inicialmente para tratar la miopía baja [377], pero ahora se han convertido en un tratamiento para el queratocono leve a moderado. Esta intervención quirúrgica está indicada en córneas transparentes con un grosor mínimo de 450 µm


 

 

10. Conclusiones


El queratocono es una enfermedad ocular bilateral y asimétrica que tradicionalmente se ha descrito como una condición no inflamatoria, pero más recientemente se ha asociado con inflamación ocular. Normalmente se desarrolla en la segunda y tercera década de la vida y generalmente progresa hasta la cuarta década. La condición afecta a todas las etnias y ambos sexos. Los estudios epidemiológicos indican una variación sustancial a nivel mundial en la prevalencia e incidencia del queratocono, con tasas más altas que ocurren típicamente en personas de 20 a 30 años y en poblaciones de Oriente Medio y Asia. La adopción de nuevas tecnologías para la imagen de la córnea humana ha contribuido a una mejor comprensión de la enfermedad. Estas técnicas de imagen, junto con el uso aumentado de la aberrometría de frente de onda, han permitido una mejor caracterización de los cambios ópticos, anatómicos, biomecánicos e histopatológicos asociados con el queratocono. El queratocono progresa como una combinación de procesos destructivos y de curación que ocurren simultáneamente.

La protrusión corneal, el reflejo de las tijeras, el adelgazamiento corneal, el anillo de Fleischer y las fibras nerviosas corneales prominentes son los signos clínicos más prevalentes en el queratocono, y todos estos signos se observan en más del 50% de los pacientes con queratocono. Sin embargo, la evolución temporal del desarrollo de estos signos clínicos y su asociación con la gravedad de la enfermedad son muy variables. Aunque identificar síntomas clínicos y hallazgos en la lámpara de hendidura en el queratocono es importante, la topografía corneal es actualmente la principal herramienta de diagnóstico para la detección del queratocono. En casos incipientes, sin embargo, el uso de un solo parámetro como factor de diagnóstico no es lo suficientemente preciso, y la paquimetría y los datos de aberración corneal ahora también se utilizan comúnmente junto con la topografía corneal para ayudar en el diagnóstico temprano y monitorear la progresión y los resultados del tratamiento. La tomografía corneal, que caracteriza las superficies corneales anterior/posterior, junto con la distribución del grosor corneal, ha demostrado mejorar la sensibilidad y especificidad para detectar la ectasia corneal en comparación con la topografía corneal, aumentando así la capacidad para detectar el queratocono temprano o subclínico. Además, se pueden desarrollar varios algoritmos de aprendizaje automático utilizando parámetros clínicos recopilados rutinariamente que pueden ayudar en la detección objetiva de las formas tempranas de la enfermedad.

El queratocono ha sido considerado durante mucho tiempo como una enfermedad con un componente genético. Aunque comúnmente es una condición ocular aislada, a veces coexiste con otras enfermedades oculares y sistémicas. Los antecedentes familiares de queratocono, el frotamiento ocular, la eczema, el asma y las alergias son factores de riesgo para desarrollar queratocono. La gravedad y progresión del queratocono se pueden clasificar según características morfológicas y evolución de la enfermedad, signos oculares y sistemas basados en índices. El tratamiento varía según la gravedad y la progresión de la enfermedad. Los casos leves generalmente se tratan con gafas, los casos moderados con lentes de contacto, mientras que los casos graves que no pueden manejarse con lentes de contacto esclerales pueden requerir cirugía corneal. Se están desarrollando lentes de contacto blandas controladas por aberraciones para el queratocono, especialmente en lo que respecta a corregir el coma vertical, ya que esta es típicamente la aberración de orden superior más elevada en el queratocono. Las lentes corneoesclerales y esclerales han ganado una popularidad significativa en los últimos años, especialmente porque estas lentes han podido proporcionar resultados exitosos cuando otras opciones de lentes de contacto fallan. También ha habido desarrollos significativos en opciones quirúrgicas para el queratocono, y ahora los casos leves a moderados de queratocono progresivo se tratan comúnmente con enlace cruzado corneal; sin embargo, se necesitan estudios aleatorizados con cohortes más grandes y períodos de seguimiento más largos para determinar qué procedimiento quirúrgico es más adecuado para cada paciente. La cantidad sustancial de actividad de investigación realizada en la última década ha contribuido a avanzar en nuestra comprensión del queratocono.

 

 


 

 

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